jueves, 29 de mayo de 2014

LA CIUDAD DE LOS ANILLOS

SANTA CRUZ DE LA SIERRA,
ciudad de los anillos


Si algo llama la atención a los recién llegados a Santa Cruz de la Sierra, es su trama urbana similar a una gigantesca telaraña. A esta la conforman cuatro anillos centrales, tres de ellos completos, a los que se agregan cinco arcos parciales más, que mantienen la denominación de anillos, sumando un total de nueve u ocho, dependiendo de la zona. Conectan los anillos y completan la curiosa trama un total de 27 avenidas “radiales”, las que parten del centro en todas direcciones.

Esta configuración radioconcéntrica define distritos, unidades vecinales y barrios, y permite identificar distancias entre la periferia y el 
centro, ya que entre cada anillo hay una distancia aproximada de un kilómetro.
Es tal el entusiasmo de los cruceños por sus anillos, que al Cuarto Anillo se le construyó un túnel por debajo del antiguo aeropuerto y un viaducto de tres niveles, para asegurar su continuidad.
La trama es el fruto de un proceso que se inicia en 1915, cuando se dictaminó que “alrededor de la ciudad, a guisa de marco, se abrirá una Avenida de Circunvalación, con un ancho de veinte metros”.Ella recién se consolidó a mediados de siglo XX, como vía conectora de las carreteras Cochabamba- Santa Cruz y Santa Cruz-Montero, pasando por “un costado” de la entonces pequeña ciudad de menos de cien mil habitantes, y es lo que hoy se conoce como Segundo Anillo.
El diseño urbano fue consolidado definitivamente por una consultora ítalobrasileña en 1960, influenciado por el concepto de ciudad jardín. Ese proyecto, conocido como “Plan Techint”, diseñado por el urbanista alemán Philip Lohbauer, fue parcialmente modificado por un equipo liderado por el arquitecto local Carlos González Lack e implementado a partir de 1967, con la creación de la Oficina Técnica del Plan Regulador. A partir de entonces, y coincidiendo con el impresionante desarrollo económico y demográfico que la convirtió en la mayor ciudad de Bolivia, Santa Cruz creció sumando anillo tras anillo, hasta conformar la peculiar gran telaraña actual.

Fuente:

Victor Hugo Limpias Ortiz
Arquitecto e Historiador

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